lunes, 19 de noviembre de 2012

EL IBÓN DE ESCALAR, EN EL NACIMIENTO DEL RÍO ARAGÓN


Dice la leyenda que los ibones del Pirineo fueron originados por las lágrimas de la bellísima princesa Pyrene. Aunque hoy en el siglo XXI conocemos las causas científicas de la existencia de estos rincones plenos de belleza y de vida, tengo que reconocer que algo de verdad debería atribuir a la leyenda. Sólo las lágrimas caídas por el rostro de la princesa más bella, Pyrene, puede explicar ya no el origen físico de estos pequeños lagos de alta montaña, sino la hermosura de unos parajes sin igual, a los que además se atribuye en las montañas aragonesas una rica cultura de leyendas y cuentos sobre apariciones de princesas moras y otros personajes legendarios en muchos de estos encantadores lugares.

Hoy dedico esta entrada a un ibón especial, el ibón de Escalar. Especial porque en esta zona es donde nace el río Aragón, el mismo que da nombre al Viejo Reino, y a la actual Comunidad Autónoma de Aragón. Aquí nace Aragón entendido siempre como esta bendita tierra de agua y de montañas que, conforme se desarrolla hacia el sur, recorrerá nuevos paisajes de color y luz, de victoria y tragedia, de desierto y de ríos, de nuevas montañas y bosques.

Chorche, Jaime y yo también fuimos en búsqueda de Pyrene en este bonito ibón. El quebrantahuesos que nos encontramos semanas atrás cerca de Oroel, nos indicó que nuestra princesa solía subir al Puerto de Astún para lavar sus dorados cabellos en estas aguas cristalinas. Estábamos seguros de que la encontraríamos, y para ello nos decidimos a iniciar nuestra aventura un día aparentemente muy soleado. Para ello partimos de la propia estación de esquí de Astún (1725 metros aproximadamente), remontando la ladera de la montaña, y siempre continuando cercanos al barranco y pequeño río, tal vez las primeras señales de identidad del Aragón.

Las aguas del pequeño barranco que baja por la ladera del Ibón de Escalar a Astún
corre entre pequeños saltos buscando su camino hacia el valle. Aquí vienen a beber los
sarrios y las marmotas de la zona.

En tan solo una hora, aproximadamente, llegamos a nuestro destino a través de una senda muy bien marcada y que no admite lugar a dudas (atención si hay nieve porque puede desaparecer la ruta). Camino muy sencillo, en ocasiones con algo de inclinación, pero sin ningún tipo problema para superarlo. Eso sí, no hay nada de sombra durante todo el camino, así que si realizáis esta excursión en verano debéis tomar las precauciones debidas.

La tranquilidad y el silencio son la única compañía que encontramos junto al ibón de Escalar. A veces intuimos las miradas de dos sarrios que vigilan nuestro camino desde la cima cercana. No hallamos a Pyrene aquí, pero hemos encontrado algunas pistas que delatan que nuestra princesa estuvo cerca. Así es, los lirios azules de montana que encontramos en el camino nos ofrecen una prueba clara de que Pyrene pasó hace poco. Cada lirio nace con ocasión de una sonrisa de Pyrene. Lo sabemos.


Decidimos preguntar por el entorno, pero encontramos poca información. En primer lugar nos dirigimos a la Siempreviva. Nos confirma que Pyrene está cerca, y por otra parte es evidente por la grandiosidad que se abre a nuestros ojos es innegable. Las tres flores de esta pequeña Siempreviva permanecen alerta a la luz que desprenden los ojos de Pyrene. No en vano, este pequeño paraje es llamado por los montañeros "Los llanos del Sol", el lugar donde la niebla, la boira, rompe.

La Siempreviva hace honor a su nombre, y es un ejemplo de cómo la vida
se abre paso en situaciones tan complicadas como la orografía o el clima.

En las cercanías también pudimos observar a los tritones, los viejos guardas de las pisadas de Pyrene. Estuvo aquí refrescando su larga y espléndida cabellera. Aun hoy su aroma es captado por estos pequeños pero aguerridos anfibios.


Llegados al mismo ibón (2078 metros), decidimos bordearlo. Percibimos que la princesa estaba cerca pero, una vez más, no logramos verla. El eco de nuestras voces rebota de ladera en ladera: "...Pyrene!!". Jaime y Chorche deciden sentarse sobre una enorme roca esperando respuesta...y de repente todo cambia. El águila acompaña habitual a la princesa cuidando de que nada ni nadie ose perturbar su paz eterna, sobrevuela el Ibón de Escalar y nos advierte con severidad: "...Pyrene os ha oído, y ha sonreído, pero quiere seguir jugando con vosotros...". Una vez más Pyrene se nos escapa.  Se sonroja cuando nos oye hablar con los sarrios sobre su hermosura. Sonríe satisfecha cuando subimos pico tras pico en su búsqueda...ella es nuestra princesa...y nosotros somos sus chicos...

Pero Pyrene hoy nos hará un regalo para compensar nuestro esfuerzo por intentar estar con ella: nos envolverá con la blanca seda que viste su cuerpo...un manto blanco propio de la diosa más bella...cuyo color toma cada noche del brillo de las estrellas que acuden a observar su dulce sueño. Y así ocurre. En poco tiempo la boira aparece en el horizonte, y poco a poco la nebulosa comienza a alcanzar el Ibón de Escalar.


La niebla aparece de repente sobre nosotros, llegando desde el sur
y con una rapidez que nos hace estremecer pensando en la bajada.

En cuestión de minutos, la blanca capa del vestido de Pyrene comienza a envolver el Ibón de Escalar, abrazando este lugar, origen de las aguas del Aragón y del propio nombre de este histórico Reino, lugar de Fueros y Leyes que copiarán en otros lejanos territorios.


Finalmente, Pyrene se muestra ante nosotros, impresionante e inalcanzable. Tan bella y tan grande que hasta el Ibón de Escalar cede su protagonismo en favor de la diosa cuyas lágrimas lo crearon. Oímos su risa por las cimas. Nos llama, y nos emplaza a seguir buscándola en otros lugares de este impresionante Pirineo de Aragón. Jaime, Chorche y yo nos conjuramos para que así sea...


Y Pyrene se fue...estuvo con nosotros. Nos acarició con tanta dulzura que nuestro corazón de aragoneses sigue estando prendado por ella. Hasta la próxima.

Trayecto: Astún- Ibón de Escalar.
Desnivel: 360 metros aproximadamente.
Dificultad: muy fácil/fácil.
Esta excursión fue realizada en verano.





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